domingo, 16 de junio de 2019

LA COCINA DEL AMOR. 1- LE FRAPPE DE MI VIEJO.

Desde que nací hasta mis 8 años viví con mi padre, mi madre y mi hermano, seis años mayor que yo, en una casa alquilada en Barrio Parque, Bernal. La dirección era Deán Funes 114. A una manzana exacta, en Sáenz Peña 120, vivían mi abuela y mi abuelo. Nuestra casa se venía literalmente abajo. Era un primer piso al que se accedía por una escalera interna, y una externa, de piedra. Abajo vivía otra familia. Había dos niñas, mis amiguitas: Mónica y Cinthia. No recuerdo si había una tercera familia, al fondo. Nosotros no teníamos agua en nuestra casa, y debíamos subir la que usábamos para la cocina y el baño en pesados baldes de metal, que cargábamos en un antiguo bebedero para caballos que había abajo. Para bañarnos y lavar ropa íbamos a casa de mi abuela: caminar unos metros hasta la esquina, doblar a la derecha, hacer una cuadra entera, llegar a Sáenz Peña, cruzar la calle, media cuadra más, y ahí estaba la hermosa casa donde había agua caliente y fría saliendo de todas las canillas. A mi abuela Carmen yo la amaba tanto como detestaba a mi abuelo Francisco, un viejo que siempre odió a mi padre -divorciado, con una hija y diez años mayor que mi madre, y socialista como ella- y no perdió oportunidad de demostrárselo. Nuestra casa era un grano de pobreza y marginalidad en medio de un barrio más bien cheto. Mi madre y mi padre se la alquilaban a un señor que vivía en Banfield. Cuando llovía nos entraba agua en las habitaciones, y circulaban las ratas por ahí.








En la cocina de la casa de Deán Funes, a pesar de todo, se cocinaba. Sobre todo, mi papá. Mi olfato recuerda el olor a tuco de los domingos, y mi vista la escena de cientos de frappe distribuidos en la mesa de madera, en un mueble, en la mesada, tapados con repasadores, que yo descubría al levantarme. No sé si los hacía la noche anterior, o durante la mañana temprano, imagino que más bien a la mañana, sobre todo teniendo en cuenta la presencia de ratitas.

Los frappe los recuerdo solo hechos por mi papá, por ningún otro miembro de la familia Cesaroni. Mi papá hacía gran cantidad, no solo para nosotros, sino para llevar a la casa de la Nona, o a lo de mi abuela, algún domingo que hubiera asado.

Son el dulce de mi infancia, y son una de las herencias de mi viejo, que como todo lo que cocinaba, los hacía con parsimonia y amor.

La receta:

Mi papá me dictó la receta de los frappe cuando ya estaba enfermo de cáncer. La tengo anotada en un papel manchado y amarillo, y las dos o tres veces que me animé a hacerlos, la seguí milimétricamente. Una de esas veces fue en una reunión familiar, en abril de 2017, y mis tíos Luana y Chiche los aprobaron. Con observaciones, pero los aprobaron. Mi prima Adriana, también.

Copio la receta textualmente:

Frappe:

1 K de harina (común), en la mesa, en el hueco, 8 yemas de huevo y 150 grs. de manteca a temperatura ambiente, y 400 grs. de azúcar, 1 cucharada de aceite, cáscara de 1 limón rallado.
Se amasa.
Se separa una parte y se trabaja -no mucho- con el palo (2 mm)
Se corta en franjas y se coloca en  un repasador enharinado.
Se fríe y se espolvorea con azúcar.







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