jueves, 27 de junio de 2013

MI RAYUELA

Este año Rayuela cumple 50, uno menos que yo.

Lo leí por primera vez cuando tenía 14. No recuerdo si lo compré o me lo robé de la Biblioteca Manuel Estrada, donde iba por las tardes, un rato allí, otro rato a la Mariano Moreno, otro rato a la librería de mi tío postizo Aquiles: todo mi mundo literario en cien metros de la calle Belgrano, en Bernal.





Allí arriba, le pregunto a Cortázar si había llegado. Y sí, había llegado, y se había ido pronto, y yo no había cumplido el sueño de verlo caminando por Corrientes con un ramito de jazmines en la mano.



Iba conmigo a todas partes, aquí y allá. Gracias a Lali Huertas, que guardó esta foto de Mar del Plata, verano del '81!:




Mi Rayuela guarda tesoros entrañables.


Billetes pesos ley o moneda nacional, o algo así.



Y un tesoro hojita de no sé dónde.


Desde el fondo de los tiempos viene la costumbre de guardar papelitos.


"Córdoba va", me la copió un amigo de por allá en algún fogón en Pinamar, altri tempi.


Leída en trenes, subtes, metros, buses, colectivos, aviones y barcos.


Y hasta tuve que intervenirla! Síndrome de la futura correctora.



Párrafos leídos una y otra vez, marcados y remarcados.



El amor al mate, en sus palabras.


Y llorar, una y otra vez, con el bebé Rocamadour.


Esta, entre muchas otras, es mi Rayuela, el libro que elegiría si tuviera que elegir uno solo.

lunes, 10 de junio de 2013

SOBRE EL INGRESO A LAS CÁRCELES FEDERALES

Leo esta excelente noticia: 

http://fiscales.gob.ar/violencia-institucional/la-procuvin-interviene-en-la-preparacion-de-un-protocolo-de-ingreso-de-detenidos/

Me alegra mucho, porque, en efecto, el ingreso a las cárceles es un momento brutal, sobre todo para los más jóvenes.

Comparto un capítulo sobre el tema del ingreso de los jóvenes adultos (18 a 20 años) a las cárceles federales, parte de mi tesis de maestría: "El dolor como política de tratamiento. El caso de los jóvenes adultos presos en cárceles federales", publicado por Fabián Di Plácido Editor en 2009. Los números en los testimonios refieren a cada uno de los jóvenes entrevistados durante dos años, mientras trabajaba en la Procuración Penitenciaria. Esos testimonios fueron la base para escribir la tesis, y el libro: 

1. 1. El ingreso

Los jóvenes llegan a las cárceles federales:
  • Porque están en un instituto de menores, y cuando cumplen 18 años, los jueces o tribunales de menores a cuyo cargo se encuentran, ordenan su traslado a la cárcel.1
  • Porque tienen entre 18 y 20 años, y son aprehendidos por alguna fuerza de seguridad, imputados de la comisión de un delito, llegando a la cárcel por orden de los jueces respectivos, desde la comisaría o alcaidía donde son alojados inmediatamente después de su detención.
  • Porque son trasladados desde una cárcel de otra jurisdicción, a solicitud de los tribunales nacionales o federales de la ciudad de Buenos Aires, o federales de la Provincia de Buenos Aires en los que tramitan sus causas, o para efectuar algún trámite procesal.
  • Porque el Instituto de Criminología les dictamina un alojamiento “de máxima seguridad”.2

En cualquiera de los casos, el primer ingreso se produce en el CPF I.3 Allí, los jóvenes son recibidos con golpes y palizas.4 Si ya estuvieron en una comisaría, se suman a las que les propinaron allí:

92: Cuando me detuvieron, la policía me fracturó la mandíbula. Me sacaron placas dos meses después, cuando la fractura ya estaba soldada.
192: Iba con mi cuñado caminando cuando nos detuvo personal de la Comisaría 48 de Lugano. En la comisaría me pegaron y me hicieron firmar papeles, acusándome de robo en poblado y en banda. No sé quién es mi defensor.

Todo el proceso de detención está acompañado de violencias. Desde los allanamientos5 y las aprehensiones en la calle hasta los traslados a las comisarías y la estadía allí. En cada uno de estos actos se aceptan como normales procedimientos violatorios del derecho a la integridad física, a la intimidad, al debido proceso, a la defensa en juicio y al principio de inocencia. Se ingresa a los domicilios de modo brutal, aunque no haya resistencia. Si la hay, se tira a matar, y hasta se provocan masacres.6 Se somete a las personas detenidas a diversas humillaciones: se los insulta y se les pega patadas; se los hace tirar al piso, boca abajo, durante horas, expuestos al escarnio y la vindicta públicas; se niega información a familiares y amigos.
Todo esto sucede sin provocar demasiadas objeciones por parte de los defensores oficiales y abogados particulares; de instituciones públicas u organizaciones defensoras de derechos humanos: parece aceptable para todos que el maltrato a las personas acusadas de cometer algún delito se comience a producir desde el mismo momento de su aprehensión.
La violencia continúa en los camiones que transportan a los detenidos desde las comisarías hasta el CPF I, y aumenta al ingresar al módulo de tránsito, mientras se los obliga a desnudarse y un médico constata si presentan lesiones:

66: Adelante, en el módulo de ingreso, me recibieron a los golpes. Primero me vio el médico en las leoneritas, y después me empezaron a pegar.
65: Te reciben con palizas en ingreso y en el módulo. Te pegan piñas, patadas, palos, te verduguean, te hacen acostar en el piso y se te paran encima y te hacen hacer flexiones con los brazos. Si tenés el tatuaje de los cinco puntos, 7 te pegan más. Si no te callás y los retrucás es peor. Te dicen: “Ah, sos cancherito”, y te pegan más.8

No se trata de una originalidad de las cárceles argentinas. En todas las instituciones totales se producen estos procedimientos a los que Goffman denomina “de preparación” o “de programación”, previos a la clasificación “como un objeto que puede introducirse en la maquinaria administrativa del establecimiento, para transformarlo paulatinamente, mediante operaciones de rutina.” 9

Entre golpe y golpe se les recuerda dónde están y quién manda allí:

70: Te dan una paliza. Después te ve el médico, te encierran en ingreso del Complejo, en un cuartito, hay uno sentado anotando que te dice: “Dejá las pertenencias”, te hacen desvestir, y te pegan. Son como cuatro, te dan rodillazos, patadas, piñas. Te dicen: “Acá vas a andar bien, no vas a hacer quilombo”.

Como los jóvenes tienen que ser alojados en el módulo especialmente destinado para ellos, hacia allí se los conduce: se los vuelve a subir a un camión, y en él recorren unos trescientos metros, hasta arribar al Módulo IV. Sufren allí una segunda recepción, que repetirá la brutalidad de la primera si acaso se hubieran mostrado menos dóciles que lo esperado. Así lo describe Goffman:10

La primera ocasión en que los miembros del personal instruyen al interno sobre sus obligaciones de respeto puede estar estructurada de tal modo que lo incite a la rebeldía o a la aceptación permanentes. De ahí que estos momentos iniciales de socialización puedan implicar un “test de obediencia” y hasta una lucha por quebrantar la voluntad reacia: el interno que se resiste recibe un castigo inmediato y ostensible cuyo rigor aumenta hasta que se humilla y pide perdón.

Y lo confirma una víctima:

70: Si les decís “Pará, no me pegues”, cuando llegás acá (al Módulo IV de Jóvenes Adultos, n. de la a.) les dicen “Este es pesado, este es polenta”, y acá te pegan de vuelta. De todos modos, les digan o no, acá en el Módulo IV te pegan igual. Mientras tanto, te explican cómo son las cosas: que tenés que estar con las manos atrás, mirar a la pared...

Sesenta años atrás, en la Alemania nazi, en el ingreso a un campo de concentración se utilizaban similares prácticas para “destruir la capacidad de resistencia de los adversarios”:

...para la dirección del campo, el recién llegado era un adversario por definición, fuera cual fuese la etiqueta que tuviera adjudicada, y debía ser abatido pronto, antes de que se convirtiese en ejemplo o en germen de resistencia organizada. En ese sentido los SS tenían las ideas muy claras y, bajo este aspecto, hay que interpretar todo el ritual siniestro, distinto de un Lager a otro pero el mismo en esencia, que acompañaba el ingreso; las patadas y los puñetazos inmediatos, muchas veces en pleno rostro, la orgía de las órdenes gritadas con cólera real o fingida, el desnudamiento total, el afeitado de cabezas, las vestiduras andrajosas. Es difícil precisar si todos estos detalles fueron proporcionados por algún especialista o perfeccionados metódicamente basándose en la experiencia. Pero con toda seguridad, premeditados o no, no casuales: había una dirección centralizada y se notaba. 11

Por supuesto, estas recepciones no se brindan solo a los jóvenes. En una elaboración propia, construida luego de escuchar decenas de relatos similares a lo largo de años de carrera judicial, Luis Niño describe esos primeros momentos:

El camión salió al caer la tarde de la alcaidía de los Tribunales y llegó a la unidad a las ocho de la noche. Había pasado la tarde en la "leonera", ese largo y desolado corredor de la alcaidía, oyendo historias que no quería oír y tratando de concentrarse en lo que había hablado con su abogado y en lo declarado ante el oficial del Juzgado, que remplazaba al Juez y al Secretario, muy ocupados en otras causas. Los que venían de Comisaría como él se quedaron esperando; los demás pasaron. Las horas también pasaron, y ante la primera pregunta acerca de qué ocurriría con él, la respuesta no se hizo esperar: "Usté es ingreso, espere ahí".
A las dos de la madrugada vino la revisación. Ahí supo que si uno mira de frente, llega un bife y una frase: "No me mires así, mirá para abajo". Lo demás era previsible: sacarse la ropa, agacharse de frente y de espalda, mostrarlo todo.
A eso de las cuatro de la mañana, alguien que dijo ser el Jefe de Turno dispuso a qué pabellón lo mandaría. Después supo, para su desconcierto, que era un pabellón de gente de "alta carrera", donde iban a parar los reincidentes o los imputados de algún hecho pesado. Al llegar, con la ropa que tenía puesta cuando fue detenido como todo patrimonio, se enteró que no tenía cama ni colchón. Se recostó en el suelo hasta que un tipo que resultó ser conocido del barrio le dio una cama. Después iba a saber que por una cama se pelea, como se pelea por una hornalla, por un tenedor o por un morrón asado.
También sabría después, porque le tocó verlo, que a los que no consiguen cama ni colchón, en muchos pabellones, les queda siempre el suelo, o aguantar caminando hasta que alguien se levante y le haga el favor de dejar que se acueste.
Ese mismo día, un grupo lo rodeó y alguien tiró un cuchillo a sus pies. Uno lo desafió a pelear. Él nunca había peleado así, en un duelo criollo, pero intuyó que era preferible no aflojar. Levantó el arma, venciendo el miedo ante lo absurdo, y murmuró a su desafiante que estaba bien, que si tenía que matarlo, lo matara, y lo encaró. Entonces, alguien, con frases que después escucharía muchas veces, exclamó: "Bueno, paren, no se pelea entre chorros". Desde entonces se ganó algún respeto. No era "bravo", pero al menos "pisaba".
Después supo que el que no acepta el desafío, o dicho con otras palabras, el que demuestra que es débil, que "no tiene sangre", el que queda como un "gil", se adapta al lugar de "mulo" de otro, generalmente del que lo desafió, o de todo el grupo. Y, en el mejor de los casos, le resta la tarea de cocinar, de lavar la ropa para su "padrino" o para todos, de cebarle mate o servirle la comida en la cama, de llevarle algo calentito a la hora de la visita, sin contar jamás con el derecho de quedarse a ranchar con los "chorros de verdad". Pero también pudo presenciar que a veces la pelea se deja seguir, ya sea a puño limpio o con el remanido expediente del cuchillo, y que si es así, tal vez se muere por nada. 12
Luego de atravesar estos procedimientos los jóvenes, que en su inmensa mayoría ingresan por primera vez a un establecimiento penitenciario -aunque traen consigo la experiencia de similares recibimientos en comisarías e institutos de menores- son entrevistados por un oficial uniformado que les pregunta cuál es el delito que se les imputa. El mismo oficial indaga sobre sus situaciones personales –si tienen familia o no, dónde viven-, sus hábitos –incluyendo la pregunta de si consumen o no drogas-, y luego decide el lugar donde van a ser alojados. No se trata del director del módulo, ni del jefe, ni de personal de tratamiento, sino de un oficial de bajo rango, al que por ejemplo, el joven debe decirle que está imputado de un homicidio (“¿A quién mataste?”, le preguntará. “A un policía”, podría tener que responder, sabiendo qué consecuencias sobrevendrán a la confesión); o de un robo a mano armada, o de un secuestro extorsivo; o de algún delito asociado al consumo o tráfico de estupefacientes. En ocasiones, hechos que adquieren una significativa trascendencia en la vida política, son los que provocan la reacción contra los jóvenes:

9: Me pegaron cuando ingresé a la Unidad, por el motivo por el que me detuvieron: aparezco en un video sacándole el arma a un policía en la plaza... (Se refiere a los episodios de diciembre de 2001, en Plaza de Mayo, que culminaron con la caída del ex presidente Fernando De la Rúa)

Luego de la recepción, y sin que se le brinde ninguna información sobre sus derechos -tal como lo disponen la ley 24.66013 y el reglamento de procesados-14 el joven es alojado en el pabellón de ingreso, habitualmente el F.
La falta de información sobre su nueva situación es un dato muy relevante en el caso de los jóvenes presos. Desconocer, por ejemplo, qué hechos se consideran infracción, los pone en riesgo de recibir sanciones:

159: Me sancionaron por ingresar a la celda de un compañero, pero yo no sabía que estaba prohibido. En los institutos se puede...

La hipótesis de esta investigación es que la aplicación del dolor como política de tratamiento tiene una expresión específica en el caso de los jóvenes adultos. Una de las particularidades que se pretende demostrar es que existe un recorrido –que se describirá a continuación- perfectamente articulado entre la violencia de los golpes y el consiguiente dolor físico aplicado en determinados espacios carcelarios, y otro tipo de violencia, que no rompe los huesos pero también provoca dolor, y que se encubre bajo términos eufemísticos: son “métodos”, “pedagógicos”, y “socializadores”.

1 Véase, en Daroqui y otros, op. cit..: Del total de jóvenes entrevistados en el Módulo IV del CPF I de Ezeiza, (veintisiete), el ochenta por ciento había estado alojado previamente en Institutos de Menores.
2 Una vez que una persona es condenada a pena de prisión, en la cárcel en que se encuentre debe efectuarse una Historia Criminológica, la que es elevada al Instituto de Criminología, dependiente de la Dirección General de Régimen Correccional del Servicio Penitenciario Federal. Este organismo es el que tiene la decisión última con respecto al lugar donde debe ser alojado para que cumpla su condena un preso. Sus integrantes jamás han tenido un contacto personal con el sujeto al que le dictaminan alojamiento “de máxima”, “de mediana” o “de mínima” seguridad. Como se indicó más arriba, estas denominaciones no son las que se utilizan en la ley 24.660, donde se habla de “instituciones abiertas, semiabiertas y cerradas”, pero les son equivalentes. (Art. 182)
3 Salvo en los casos de condenados o procesados oriundos de la Provincia de La Pampa, en que el primer alojamiento es la Unidad 30.
4 Daroqui y otros, op. cit.: “El cien por cien de los jóvenes que ingresan al CPF I denuncian haber sido recibidos con golpes y malos tratos por parte del personal penitenciario”.
5 Para una descripción de los modos violentos utilizados en los allanamientos, véase: Josefina Martínez, op. cit., pág. 263 y ss.
6 El 17 de setiembre de 1999, un mes después de que el entonces candidato a gobernador de la provincia de Buenas Aires, Carlos Ruckauf, dijera que: “Cuando un asesino se tirotee con un policía, siempre estaré respaldando al efectivo, para que quede claro que la bala que mató a un asesino es una bala de la sociedad que está harta de que desalmados maten a mansalva a gente inocente”, la policía provincial asesinó a tres personas, al “recuperar” a sangre y fuego una sucursal bancaria de la ciudad de Ramallo. Para una crónica detallada de la Masacre de Ramallo, véase: Horacio Cecchi, Mano dura, Colihue, Buenos Aires, 2000.
7 En la simbología carcelaria, ese tatuaje, consistente en un cuadrado de cuatro puntos con uno en el medio, significa “matar al policía”, que es precisamente el punto del medio, rodeado por cuatro chorros. Generalmente se encuentra en lugares visibles como manos y brazos, y constituye un claro desafío no solo dirigido a los policías sino a todas las fuerzas de seguridad, incluyendo obviamente al personal penitenciario al que también se lo denomina despectivamente policía o milico: “Es una especie de promesa personal hecha para conjurar la encerrona de la que ellos mismos fueron víctimas, me explicaron los pibes, aunque suelen ser varias las interpretaciones y no hay antropólogo que haya terminado de rastrear esa práctica tumbera. Ese dibujo asume que el ladrón que lo posee en algún momento fue sitiado por las pistolas de la Bonaerense, y que de allí en más se desafía a vengar su propio destino: el juramento de los cinco puntos tatuados augura que esa trampa será algún día revertida. El dibujo pretende que el destino fatal recaiga en el próximo enfrentamiento sobre el enemigo uniformado acorralado ahora por la fuerza de cuatro vengadores. Por eso para la policía el mismo signo es señal inequívoca de antecedentes y suficiente para que el portador sea un sospechoso, un candidato al calabozo.”, Cristian Alarcón, Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, Norma, Buenos Aires, 2003, pág. 34.
8 Daroqui y otros, op. cit.
9 Erving Goffman: Internados, Amorrortu, Buenos Aires, 1998, pág. 29.
10 Ibídem.
11 Primo Levi: Los hundidos y los salvados, Muchnik, Barcelona, 2000, pág. 34.
12 Luis Fernando Niño, Cárceles y derechos humanos, en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, Serie Criminología, Año I, Nº 1, Ad Hoc, Buenos Aires, 2002.
13 Ley 24.660, art. 66: “A su ingreso al establecimiento el interno recibirá explicación oral e información escrita acerca del régimen a que se encontrará sometido, las normas de conducta que deberá observar, el sistema disciplinario vigente, los medios autorizados para formular pedidos o presentar quejas y de todo aquello que sea útil para conocer sus derechos y obligaciones. Si el interno fuera analfabeto, presentare discapacidad física o psíquica o no comprendiese el idioma castellano, esa información se le deberá administrar por persona y medio idóneo”
14 Reglamento General de Procesados, Dto. 303/96, art. 21: “A su ingreso y bajo constancia el interno recibirá explicación oral e información escrita acerca del régimen a que se encontrará sometido, las normas de conducta que deberá observar, el sistema disciplinario vigente, los medios autorizados para formular pedidos o presentar quejas, la posibilidad de solicitar su incorporación anticipada al régimen de ejecución de la pena y de todo aquello que sea útil para conocer sus derechos y obligaciones. Si el interno fuera analfabeto, presentare discapacidad física o psíquica o no comprendiese el idioma castellano, esa información se le deberá suministrar por persona y medios idóneos”.

domingo, 9 de junio de 2013

SOBRE EL ABUELO CACHO Y LOS FUSILAMIENTOS DE JOSÉ LEÓN SUÁREZ

Nota enviada al ex secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, en enero de 2007: 


Señor Secretario:

Acompaño a la presente un fragmento de una carta dirigida a mí, por parte del Sr. Hipólito Castelnovo, quien fue expulsado del Ejército Argentino por negarse a encabezar un pelotón de fusilamiento en junio de 1956. El Sr. Castelnovo tiene 81 años y está postrado en su cama desde hace tiempo, ya que le han tenido que cortar ambas piernas como consecuencia de su diabetes. Vive muy humildemente con su esposa Elfi, en Moreno, y suele quejarse porque siente que “se mete a todos los militares en una misma bolsa”, y que él fue “echado como un perro, defendiendo los derechos humanos”. Se me ocurrió que tal vez hubiera algún modo de reconocerle la valentía que tuvo al negarse a cumplir la orden de fusilar compatriotas, en plena restauración libertadora, y por eso me atreví a copiar parte de un texto que él me confió, contando su historia. No hablo de un reconocimiento económico, sino más de algún tipo de gesto que le ayude, además de sentirse orgulloso por lo que hizo, a sentirse reconocido frente a su numerosa familia. Además de ser un hombre testarudo y valiente, Hipólito Castelnovo y su esposa Elfi son los abuelos paternos de mi hijo Ernesto, uno de sus once nietos.

Gracias y un abrazo,


Claudia Cesaroni

Testimonio de Hipólito Castelnovo que acompañaba la nota precedente: 

Mes de junio, año 1955.

... en este año también los camaradas marinos nos tirotearon por la espalda, además debimos cuidar los alemanes del submarino hundido en Uruguay más unos refugiados que había anteriormente. En el año 1952 el señor General Menéndez con otros camaradas se le ocurrió juntamente con algunos políticos y otros personajes, alterar el orden constitucional, casi lo consiguen pero porque aún en las FF.AA. se encontraba personal con sentido humanitario, porque si el Presidente en aquel momento los hubiera sacado de la circulación social, no, los cambió de destino a unos a otros castigó con 15 días de arresto, y así quedó cuando se volvieron a encontrar otra revoluta y van…, bueno, en esos movimientos aparece un señor Coronel de apellido Achard, que me perseguía desde que yo era Sargento y él Capitán porque un día me dijo que ya me debía dar vergüenza estar en la Fuerza y ser un vulgar peronacho, contesté que él se parecía a un mono macaco y yo jamás le dije gorila a pesar de que en cada reunión se encargaba de menospreciarme, porque yo escribía a máquina, sabía de electricidad, de telegrafía, y otras cosas siempre había algo por lo cual discutir, a pesar que los hijos de este señor me buscaban para que les enseñara a manejar, a escribir a máquina, claro los chicos primero nada tenían que ver con el papá y a pesar de tener uno 13 y el otro 15 eran muy correctos, así siguió la vida hasta que en el año 1954 me destinan castigado al R.I. 4 en Monte Caseros, Corrientes, por pretender envenenar con la comida al Jefe de Unidad, claro él era ese Jefe y me acusó y allá fui a parar detenido en una pieza de 2 x 2 sin baño, la comida me la daban por la ventana, después de cuatro meses, mayo 1955, mi esposa embarazada de los mellizos fue a ver al Sr. Ministro de Guerra para que me traigan a Buenos Aires, en ese tiempo en A.A. estaba como comisario a bordo un ex soldado y un viernes me escapé y fui a verlo al Sr. Ministro de civil y sin autorización pero conseguí que en el mes de marzo de 1956 me trasladen a la Escuela Lemos en Campo de Mayo, allí en una Compañía de A.O.R. pero hasta junio que los mandos militares que había antes de que cayera el Sr. Gral. D. Juan D. Perón, iniciaron una pretensión de retomar el mando, pero algunos arrugaron y además los delataron, así fue que cuando se iniciaba el primer movimiento en al Escuela de Ingenieros de Campo de Mayo, el R. de Infantería 7 en La Plata, el 3 de Infantería (solo una parte), el 6 de Infantería en Mercedes, todos estos y otros en Entre Ríos y uno en Córdoba, los sofocaron de inmediato, del poder lo habían sacado al Gral. Lonardi, quedando a cargo de todo el ejército, la aeronáutica y la marina el Contraalmirante Isaac Rojas, un personaje al que Perón le había adjudicado 5 autos M. Benz 380, que además había llorado para que la Sra. Eva Perón lo llevara a un viaje a Europa, a quien le había dado un cargo importante en la Armada, etc. etc., bueno así reconoció y ordenó el fusilamiento de todos los involucrados aquel 9 de junio de 1956, yo me desempeñaba siendo Sargento Primero como encargado del Depósito de la Enfermería y del Depósito de elementos de gimnasia, ese día estaba de guardia porque no me había presentado el día 8 a la noche, no me enteré y además estaba de luto, días antes había fallecido un hermano de mi padre, y antes el luto era luto en casa, no se escuchaba radio y la T.V. no se prendía para nada, bueno pero mis antecedentes eran de rebeldía, me enchufaron de Guardia, a las 21 el Jefe de la Guardia me ordena que deje la Guardia a cargo del Sargento y me presente de inmediato a la Compañía, cumplo con lo ordenado y me recibe el Tte. Arenas, un oficial sin personalidad y con el signo de la obsecuencia a 0,50 cm de sus ojos pero pegado a su cerebro que hasta hoy no sé cómo llegó a Sr. Oficial, bueno me ordena elegir a ocho aspirantes armados con fusil sin cargar y yo con pistola y sable largo, que cuando estuviera listo me presentara en la Guardia que un vehículo me aguardaba y me llevaría a un lugar determinado dentro de la guarnición, sorprendido por la orden pregunto cuál era la misión, ya que yo estaba de servicio, me responde que cumpla la orden primero, después que me queje, respondí que quisiera saber quién impartió la orden, me responde la superioridad, así era el Sr. Tte. 1º Arenas, buena persona, pero sin personalidad definida, le comento a los aspirantes si les había ordenado algo o sabían donde ir, uno me dice que le pregunte al conductor, y este camarada inocente me dice que había escuchado que iban a fusilar a un Coronel, varios oficiales y hasta un soldado o dragoneante, allí sin mencionar quién me alertó, vuelvo al Tte. Arenas a decirle que ya podía salir, pero antes me debía decir el lugar y la misión a cumplir, sin tener conocimiento no me movilizaba de la Escuela, que además quería hablar con el Oficial de Servicio, quien tampoco decía no saber nada, yo dije me voy con los Aspirantes a la Compañía a esperar la respuesta a mi solicitud, así se hicieron las 21 ó 22 no recuerdo bien, por ese momento el Sr. Tte. 1º Arenas me viene a buscar para llevarme ante el Subdirector de la Escuela a cargo en ese momento, Tte. Coronel Atilio Subverville, cuando me vio se sorprendió y comentó en voz alta, no podía ser otro, justo Ud. Claro, había sido con el grado de Teniente Oficial instructor de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, me interroga él porque no quiero salir a cumplir con la orden, yo contesté, porque no me decían dónde debía ir, y a qué, y que tenía temor que cuando estuviera fuera de la Escuela me acusen de fuga con personal armado como rebelde, y esa era la causa de mis preguntas. El Tte. Coronel me comentó la misión y el lugar, como encargado de un pelotón de fusilamiento en el terraplén existente frente al H.M.C. Mayo junto a las vías del ferrocarril Belgrano, tomado conocimiento, me desarmo y le manifiesto que yo no deseaba ir, por distintas causas, 1º Porque soy católico y no debo matar, 2º Quién soy yo para quitar la vida de un semejante porque supuestamente no piensa igual que yo, 3º No me corresponde por el grado, soy suboficial Superior y el reglamento que Ud. me enseñó dice clarito el Sargento más antiguo de la Unidad, y yo no lo era, me ordenó después de hablar no sé con quién, ni me interesa, que me haga cargo nuevamente de la Guardia, allí estaban los aspirantes, les comenté la causa y cinco o seis de ellos dijeron no queremos ir, los llevaron a ver al Subdirector, y fueron relevados los ocho por otros tantos soldados clase, y un Sargento de apellido Contreras que se ofreció para ir voluntario, creí que todo terminaba, qué iluso e inocente, pero por mi manera de pensar creí que había superiores por grado por nivel humanitario e intelectual, cuán equivocado estaba y tan lejos de la triste realidad, termino la guardia a las 0800 del día siguiente, cuando llego a la Compañía el Sgto. Ayte. Oviedo me comunica que no me puedo retirar en descanso de Guardia hasta no hablar con el jefe de (…); llegó como a las 10 de una reunión, me comunica que a partir de ese momento tenía dos (2) horas para entregar el depósito y el Documento de Identidad, dado que había sido dado de baja del Ejército, pregunto por qué y con la responsabilidad acostumbrada la respuesta fue orden de la superioridad y que no podía asistir a ningún cuartel y estar a menos de 100 metros, porque iba a ser detenido, tiempo después, (10 días) me dedico a buscar trabajo en el medio civil, imposible había sido Peronista y suboficial del Ejército, nadie me daba nada, así me la rebuscaba como podía, salió Elfi a trabajar, en casa éramos siete personas entre ellos cuatro niños, a nadie le importó nada, me ayudaban mis padres, mi suegra salió a trabajar y un primo de Elfi que se había portado muy pero muy bien, así como dos años hasta que conseguí trabajo por medio de un muchacho que había sido soldado mío antes.

Hipólito (a) el abuelo Cacho, murió en febrero de 2008. Ni antes, ni después de su muerte recibió el reconocimiento que tanto anhelaba. 

Me había confiado esa esperanza, y entregado este testimonio, que comparto hoy, cuando se cumple un nuevo aniversario de esos fusilamientos en los que se negó a participar. 



sábado, 1 de junio de 2013

SOBRE EL CORREO Y EL JUEGO DE LA OCA

Caso 1: 

El 6 de mayo hice los trámites correspondientes para la obtención del Nuevo DNI y del Nuevo Pasaporte, previo solicitar un turno online. Tardé unos diez minutos, salí contenta, le mandé tuits de felicitación al ministro Florencio Randazzo. El 14 de mayo me llegó un mensaje de texto que decía textualmente "Tu Pasaporte electrónico está listo. En los próximos días el correo te lo llevará a tu domicilio. Florencio Randazzo, Min. del Interior. Presidencia de la Nación". Pero pasaban los días y ni el pasaporte ni el DNI (sobre el que no me mandaron ningún mensajito), no llegaba. 

El  28 de mayo  me fijé en la página de OCA, y a partir de lo que vi, le mandé un tuit: 

Pasaporte me dicen online q lo tiene Oca dde el 13/5, y el DNI, Correo Argentino dde misma fecha, pero no me llegan. Cómo es?

El 29 de mayo me respondieron con otro tuit:

comunícate con los correos para coordinar la entrega. Gracias.

Yo ya lo había hecho, así que contesté esto:

Ya lo hice, gracias!

En efecto, había llamado el miércoles 28 a la sucursal Flores-Pque Centenario de Oca, porque la información que surgía de la página de esa empresa era al menos incorrecta en un caso: decía que habían pasado el 22/5, y nadie había respondido (era posible), y que habían pasado el 27/5, en un horario en el que yo estaba, sin dudas. Cuando llamo por teléfono, la persona que me atiende me dice que no le preste atención a lo que dice en internet, que ponen "cualquier cosa", y que después "nos hacen quedar mal". Me promete enviarme DNI y Pasaporte el viernes, de 8 a 13. ¿Seguro?, pregunto. Seguro, quedate tranquila!, me tranquilizó el empleado de OCA.

El viernes 31 a las 10.30, mientras espero que me traigan los documentos prometidos, me llega un nuevo mensajito de texto que dice lo siguiente: "El Correo paso por tu casa con tu Nuevo DNI y no te encontró. Retiralo en Paseo Colon 1093. Florencio Randazzo, Min del Interior. Presidencia de la Nación".

Miro de nuevo en la página de OCA, y aparece esta información:

Número de Pieza 000188759148 Estado/Motivo No Responde Fecha Novedad 30/05/2013 12:31:17 p.m. Sucursal OCA FLS (PARQUE CENTENARIO) Destinatario CESARONI, CLAUDIA ROSANA Tipo Pasaporte

O sea: supuestamente habían pasado el día 30, contra lo acordado, y yo no había atendido, lo que era mentira, porque el día anterior a las 12.31 estaba en mi casa, cerca del timbre. 

Enloquezco un poco, y mando nuevos tuits:



  1. me avisan que el correo pasó por mi casa y no me encontró y es falso. Llamo a OCA y me dicen q me lo van a traer hoy (sigue)


    recién me llega un sms diciendo que pasó el correo y no me encontró y que vaya a buscar mi dni a Paseo Colón. Jamás pasaron!

    Estimado la distribución del y del pasaporte es un desastre, al menos en mi caso.

Vuelvo a llamar a Oca, me atiende otro empleado, y me dice que desde el 22 de mayo mi Pasaporte está devuelto, porque pasaron y yo no estaba, y que me quedara tranquila, que el DNI estaba en camino. "Pero el miércoles me dijeron otra cosa", protesto. "No sé, yo le digo que acá no está", insiste, definitivo. 

Un rato más tarde llega un cartero de OCA y me entrega el DNI.
El Pasaporte, se supone que está en Paseo Colón, aunque no tengo modo de verificarlo.

Caso 2:

El miércoles 29 de mayo, al salir de mi casa a la tarde, descubro un aviso del Correo Argentino. Estaba esperando un envío desde Mar del Plata (mi nuevo libro para corregir), que debía llegar en esos días, así que me fui a la Sucursal indicada: Angel Gallardo al 700, y después de esperar una media hora, me dicen que no, que no me lo podían entregar, porque todavía lo tenía el cartero, y que debía ir a partir del siguiente día hábil, como se indicaba en letra microscópica en el aviso dejado ese día por el cartero.
El jueves 30 de mayo fui a buscar el envío. Tres empleados atendiendo, mucha gente, una espera de 50 minutos, hasta que me entregaron el paquete, que no era el libro, sino unos trabajos para corregir, enviados desde Santa Rosa, La Pampa.

Caso 3:

Intercambio de correos con la persona que me tiene que enviar el libro desde Mar del Plata. Hoy, sábado, me envía un correo cuyo asunto es "Estuvieron en tu casa ayer", y que incluí en el cuerpo la captura de la página del Correo Argentino: 



Allí decía que a las 17.30 del viernes 31 de mayo había habido un "intento de entrega", y a continuación: "domicilio cerrado/1 visita". Eso era falso: a las 17.30 del viernes 31 de mayo yo estaba en el comedor, corrigiendo trabajos (los que había retirado del Correo el jueves 30 de mayo!) Bajé los tres pisos por escalera, a ver si encuentro algún aviso de la visita, pese a que ya había mirado el día anterior. No había ninguna aviso.

Busqué en la página del Correo Argentino, a ver si podía llamar a algún lugar y preguntar dónde estaba el paquete, pero Atención al Cliente no atiende los sábados. Me dije: "me tiro el lance y lo voy a buscar". Fui: unas treinta personas esperando. Cuando al fin me toca, le explico el tema a la empleada. Después de un rato de buscar, trae el paquete. Le digo: "En la página de seguimiento de envíos dice que pasaron a las 17.30, pero..." Me interrumpe y me aclara, sueltísima de cuerpo: "No, el cartero no pasó" "Y por qué dice en la página que pasó a las 17.30", digo yo, ingenua y curiosa. "Porque no está la opción de que se le hizo tarde, así que pone eso" "O sea" digo yo, sin poder creer lo que escucho "vos me estás diciendo que pone que pasó pero no pasó, porque no tiene la opción de poner que se le hizo tarde y no pasó?." "Sí, si quiere quejarse, venga de 10 a 13 de lunes a viernes, acá a la vuelta".

Y bue.

Pregunto: ¿De quién depende el Correo Argentino?
¿Quién controla el (mal) funcionamiento del Correo Argentino y de OCA?

Gracias.

C.