lunes, 9 de diciembre de 2013

TRIBULACIONES DE UNA PEQUEBÚ

Tengo un nieto que vive en Cuba. "Ah, qué bueno, que linda excusa para ir a Cuba, disfrutar de sus playas de arena fina y su mar cristalino..." me dicen cada vez que lo cuento.  Y, no, digo yo. Preferiría toda la vida que mi nieto viviera aquí nomás, a la vuelta, o en un barrio del conurbano, aunque no fuera Quilmes, o en Montevideo, o Asunción. O sea, más cerca. Aceptaría, te digo más, no ir nunca más a Cuba, a cambio de que mi nieto estuviera a tiro del deseo de verlo, porque lo amo con el alma, y lo extraño, y es demasiado poco abrazarlo una, dos o hasta tres veces por año.
Pero las cosas son así, y mi nieto vive en Cuba. Y, en cualquier caso, tengo que agradecerle a la vida, ya que no creo formalmente en Dios, poder ir a verlo cada tanto. Para eso necesito ciertas cosas:

- Pasaporte, que tengo, y gracias al amigo Florencio Randazzo, ahora me dura 10 años.
- Visa, que hay que ir a sacarla al Consulado de Cuba en Buenos Aires, cada vez que viajo, y hasta ahora no ha habido ningún problema para obtenerla.
- Plata para pagar el pasaje: una fortuna, al menos para mí, pero bueno, se junta y se paga.
- Dólares o euros, porque esa es la moneda que los/as turistas usamos en Cuba, para cambiarla por los ceuce, o sea, los CUC, el peso cubano convertible con el que se paga el alojamiento, los traslados, los taxis, etc. Y aquí viene el cuento. Resulta que, en anteriores ocasiones, y desde que se ha limitado la compra de dólares/euros, tuve suerte variada en mis pedidos a la AFIP: en una ocasión me permitieron comprar, en otra no. Esta vez, hice el trámite el jueves pasado, 12 de diciembre. ¡Albricias!!!: me autorizaron la compra, por el monto que pedí. Es decir, se pide un monto en pesos (6000) y se autoriza la compra del equivalente en dólares: al jueves 12/12, exactamente 963.
Me fui con mi papelito impreso en el que dice que la AFIP me autorizaba a comprar esos dólares, como había hecho la vez anterior. Llegué al banco Santander Río, del que soy clienta desde hace décadas. Esperé una hora, o poco más. Llegué a la caja con el montón de billetes. Ah, no, me dice el cajero. Le falta el vep. ¿El qué??? El sarasasarasa, con el que usted tiene que pagar el 35 % de incremento en la compra de dólares, según la resolución 3550 de la AFIP, me dice el cajero. Pero eso no está en la página de la AFIP, ensayo yo como débil protesta. Ah, no sé, pero a nosotros nos exigen eso. Quién les exige, digo yo. Y, del Estado, me dice el tipo. Y no sale de ahí.
Vuelvo a mi casa, no tengo internet, no puedo entrar en la página de la AFIP. Intento varios llamados telefónicos hasta que alguien me atiende y me dice que sí, que efectivamente tengo que pagar yo el 35 % antes de ir a comprar los dólares al banco. Otra vez protesto, levemente: no está en la página, etc. Y bue, me dice el empleado.
Pago religiosamente la cifra indicada: 2100 pesos que son el 35 % de los 6000 destinados a comprar los dólares para pagar alojamiento, traslados, comida, etc.
El viernes no puedo volver al Banco, pero no me preocupo, porque el plazo para concretar la compra es el 13 de diciembre.
Voy hoy. Espero unos 45 minutos. Llego tranquila a la caja. Noto cierta expresión en el cajero (el del jueves pasado no estaba) que no me gusta. Mmm, me dice, y me pasa con otro. Qué pasa, digo: traje todo lo que me pidieron. No, lo que pasa es que ahora se cobra directamente acá el 35 %, y usted ya lo pagó, y si yo le hago el trámite para que compre los dólares, sale automáticamente otra vez el descuento. Yo, ilusa, digo, y no pueden hacer una nota de crédito? (es lo único que me acuerdo de Contabilidad, yo estudié en el Normal, esas cosas me son ajenas) No. Le voy a pedir que espere, que se lo paso a un jefe.
Espero un rato. Escucho ¡Cesaroni!, voy presurosa a una ofician, donde me atiende un jefe operativo. También pone caras de qué difícil es resolver un caso en el que una pelotuda pagó lo que el cajero del banco Río y el empleado de la AFIP le dijeron que tenía que pagar. Pero lo intenta. Me dice que lo más que puede hacer es venderme los dólares, cobrarme el 35 % sobre los 6000, y que mañana me lo van a devolver.  En algún momento escucho la cifra de 955.  8 dólares menos... ¿Y a mí me queda alguna constancia de que me van a devolver los 2100?, digo yo. Y, no. Ah, es una cuestión de fe, digo yo, como ir a la Difunta Correa. El tipo, que es amable pero carece de mi sentido del humor, no responde. Encima, finalmente no lo pudo resolver, porque uno que tenía que hacer algo, con el que hablaba por teléfono, "no tenía las claves". Venga mañana temprano y lo resolvemos, me dice. Y yo me voy, con mis papelitos y su tarjetita y el montoncito,

Vuelvo a casa, escucho la radio,  hablan de temas mucho más trascendentes. Lo sé, sé que lo mío es un tema menor. Pero tengo un nieto en Cuba. ¿Les conté?