domingo, 9 de junio de 2013

SOBRE EL ABUELO CACHO Y LOS FUSILAMIENTOS DE JOSÉ LEÓN SUÁREZ

Nota enviada al ex secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, en enero de 2007: 


Señor Secretario:

Acompaño a la presente un fragmento de una carta dirigida a mí, por parte del Sr. Hipólito Castelnovo, quien fue expulsado del Ejército Argentino por negarse a encabezar un pelotón de fusilamiento en junio de 1956. El Sr. Castelnovo tiene 81 años y está postrado en su cama desde hace tiempo, ya que le han tenido que cortar ambas piernas como consecuencia de su diabetes. Vive muy humildemente con su esposa Elfi, en Moreno, y suele quejarse porque siente que “se mete a todos los militares en una misma bolsa”, y que él fue “echado como un perro, defendiendo los derechos humanos”. Se me ocurrió que tal vez hubiera algún modo de reconocerle la valentía que tuvo al negarse a cumplir la orden de fusilar compatriotas, en plena restauración libertadora, y por eso me atreví a copiar parte de un texto que él me confió, contando su historia. No hablo de un reconocimiento económico, sino más de algún tipo de gesto que le ayude, además de sentirse orgulloso por lo que hizo, a sentirse reconocido frente a su numerosa familia. Además de ser un hombre testarudo y valiente, Hipólito Castelnovo y su esposa Elfi son los abuelos paternos de mi hijo Ernesto, uno de sus once nietos.

Gracias y un abrazo,


Claudia Cesaroni

Testimonio de Hipólito Castelnovo que acompañaba la nota precedente: 

Mes de junio, año 1955.

... en este año también los camaradas marinos nos tirotearon por la espalda, además debimos cuidar los alemanes del submarino hundido en Uruguay más unos refugiados que había anteriormente. En el año 1952 el señor General Menéndez con otros camaradas se le ocurrió juntamente con algunos políticos y otros personajes, alterar el orden constitucional, casi lo consiguen pero porque aún en las FF.AA. se encontraba personal con sentido humanitario, porque si el Presidente en aquel momento los hubiera sacado de la circulación social, no, los cambió de destino a unos a otros castigó con 15 días de arresto, y así quedó cuando se volvieron a encontrar otra revoluta y van…, bueno, en esos movimientos aparece un señor Coronel de apellido Achard, que me perseguía desde que yo era Sargento y él Capitán porque un día me dijo que ya me debía dar vergüenza estar en la Fuerza y ser un vulgar peronacho, contesté que él se parecía a un mono macaco y yo jamás le dije gorila a pesar de que en cada reunión se encargaba de menospreciarme, porque yo escribía a máquina, sabía de electricidad, de telegrafía, y otras cosas siempre había algo por lo cual discutir, a pesar que los hijos de este señor me buscaban para que les enseñara a manejar, a escribir a máquina, claro los chicos primero nada tenían que ver con el papá y a pesar de tener uno 13 y el otro 15 eran muy correctos, así siguió la vida hasta que en el año 1954 me destinan castigado al R.I. 4 en Monte Caseros, Corrientes, por pretender envenenar con la comida al Jefe de Unidad, claro él era ese Jefe y me acusó y allá fui a parar detenido en una pieza de 2 x 2 sin baño, la comida me la daban por la ventana, después de cuatro meses, mayo 1955, mi esposa embarazada de los mellizos fue a ver al Sr. Ministro de Guerra para que me traigan a Buenos Aires, en ese tiempo en A.A. estaba como comisario a bordo un ex soldado y un viernes me escapé y fui a verlo al Sr. Ministro de civil y sin autorización pero conseguí que en el mes de marzo de 1956 me trasladen a la Escuela Lemos en Campo de Mayo, allí en una Compañía de A.O.R. pero hasta junio que los mandos militares que había antes de que cayera el Sr. Gral. D. Juan D. Perón, iniciaron una pretensión de retomar el mando, pero algunos arrugaron y además los delataron, así fue que cuando se iniciaba el primer movimiento en al Escuela de Ingenieros de Campo de Mayo, el R. de Infantería 7 en La Plata, el 3 de Infantería (solo una parte), el 6 de Infantería en Mercedes, todos estos y otros en Entre Ríos y uno en Córdoba, los sofocaron de inmediato, del poder lo habían sacado al Gral. Lonardi, quedando a cargo de todo el ejército, la aeronáutica y la marina el Contraalmirante Isaac Rojas, un personaje al que Perón le había adjudicado 5 autos M. Benz 380, que además había llorado para que la Sra. Eva Perón lo llevara a un viaje a Europa, a quien le había dado un cargo importante en la Armada, etc. etc., bueno así reconoció y ordenó el fusilamiento de todos los involucrados aquel 9 de junio de 1956, yo me desempeñaba siendo Sargento Primero como encargado del Depósito de la Enfermería y del Depósito de elementos de gimnasia, ese día estaba de guardia porque no me había presentado el día 8 a la noche, no me enteré y además estaba de luto, días antes había fallecido un hermano de mi padre, y antes el luto era luto en casa, no se escuchaba radio y la T.V. no se prendía para nada, bueno pero mis antecedentes eran de rebeldía, me enchufaron de Guardia, a las 21 el Jefe de la Guardia me ordena que deje la Guardia a cargo del Sargento y me presente de inmediato a la Compañía, cumplo con lo ordenado y me recibe el Tte. Arenas, un oficial sin personalidad y con el signo de la obsecuencia a 0,50 cm de sus ojos pero pegado a su cerebro que hasta hoy no sé cómo llegó a Sr. Oficial, bueno me ordena elegir a ocho aspirantes armados con fusil sin cargar y yo con pistola y sable largo, que cuando estuviera listo me presentara en la Guardia que un vehículo me aguardaba y me llevaría a un lugar determinado dentro de la guarnición, sorprendido por la orden pregunto cuál era la misión, ya que yo estaba de servicio, me responde que cumpla la orden primero, después que me queje, respondí que quisiera saber quién impartió la orden, me responde la superioridad, así era el Sr. Tte. 1º Arenas, buena persona, pero sin personalidad definida, le comento a los aspirantes si les había ordenado algo o sabían donde ir, uno me dice que le pregunte al conductor, y este camarada inocente me dice que había escuchado que iban a fusilar a un Coronel, varios oficiales y hasta un soldado o dragoneante, allí sin mencionar quién me alertó, vuelvo al Tte. Arenas a decirle que ya podía salir, pero antes me debía decir el lugar y la misión a cumplir, sin tener conocimiento no me movilizaba de la Escuela, que además quería hablar con el Oficial de Servicio, quien tampoco decía no saber nada, yo dije me voy con los Aspirantes a la Compañía a esperar la respuesta a mi solicitud, así se hicieron las 21 ó 22 no recuerdo bien, por ese momento el Sr. Tte. 1º Arenas me viene a buscar para llevarme ante el Subdirector de la Escuela a cargo en ese momento, Tte. Coronel Atilio Subverville, cuando me vio se sorprendió y comentó en voz alta, no podía ser otro, justo Ud. Claro, había sido con el grado de Teniente Oficial instructor de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, me interroga él porque no quiero salir a cumplir con la orden, yo contesté, porque no me decían dónde debía ir, y a qué, y que tenía temor que cuando estuviera fuera de la Escuela me acusen de fuga con personal armado como rebelde, y esa era la causa de mis preguntas. El Tte. Coronel me comentó la misión y el lugar, como encargado de un pelotón de fusilamiento en el terraplén existente frente al H.M.C. Mayo junto a las vías del ferrocarril Belgrano, tomado conocimiento, me desarmo y le manifiesto que yo no deseaba ir, por distintas causas, 1º Porque soy católico y no debo matar, 2º Quién soy yo para quitar la vida de un semejante porque supuestamente no piensa igual que yo, 3º No me corresponde por el grado, soy suboficial Superior y el reglamento que Ud. me enseñó dice clarito el Sargento más antiguo de la Unidad, y yo no lo era, me ordenó después de hablar no sé con quién, ni me interesa, que me haga cargo nuevamente de la Guardia, allí estaban los aspirantes, les comenté la causa y cinco o seis de ellos dijeron no queremos ir, los llevaron a ver al Subdirector, y fueron relevados los ocho por otros tantos soldados clase, y un Sargento de apellido Contreras que se ofreció para ir voluntario, creí que todo terminaba, qué iluso e inocente, pero por mi manera de pensar creí que había superiores por grado por nivel humanitario e intelectual, cuán equivocado estaba y tan lejos de la triste realidad, termino la guardia a las 0800 del día siguiente, cuando llego a la Compañía el Sgto. Ayte. Oviedo me comunica que no me puedo retirar en descanso de Guardia hasta no hablar con el jefe de (…); llegó como a las 10 de una reunión, me comunica que a partir de ese momento tenía dos (2) horas para entregar el depósito y el Documento de Identidad, dado que había sido dado de baja del Ejército, pregunto por qué y con la responsabilidad acostumbrada la respuesta fue orden de la superioridad y que no podía asistir a ningún cuartel y estar a menos de 100 metros, porque iba a ser detenido, tiempo después, (10 días) me dedico a buscar trabajo en el medio civil, imposible había sido Peronista y suboficial del Ejército, nadie me daba nada, así me la rebuscaba como podía, salió Elfi a trabajar, en casa éramos siete personas entre ellos cuatro niños, a nadie le importó nada, me ayudaban mis padres, mi suegra salió a trabajar y un primo de Elfi que se había portado muy pero muy bien, así como dos años hasta que conseguí trabajo por medio de un muchacho que había sido soldado mío antes.

Hipólito (a) el abuelo Cacho, murió en febrero de 2008. Ni antes, ni después de su muerte recibió el reconocimiento que tanto anhelaba. 

Me había confiado esa esperanza, y entregado este testimonio, que comparto hoy, cuando se cumple un nuevo aniversario de esos fusilamientos en los que se negó a participar. 



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