lunes, 13 de marzo de 2017

Mi último recital del Indio

Desde ayer domingo que tengo una crónica dando vueltas en mi cabeza.
Ya me olvidé la mitad de las ideas brillantes que había elaborado, y casi la totalidad de la otra mitad ya la dijeron otros y otras, así que lo que escriba será un residuo, suma de lo que quede de mis recuerdos y lo que aún no se haya dicho (o yo no haya leído, escuchado o visto)
Antes, una aclaración: no he sido ni soy una seguidora fiel del Indio Solari. Tengo ¡casettes! de los Redondos, que guardo con otras reliquias, y escuché siempre con gusto sus temas más afines a mis posiciones políticas, pero nada más. Comencé a conocer de otro modo al Indio de la mano de la investigación sobre la Masacre en el Pabellón Séptimo. Ni siquiera recordaba ese tema en particular, en el que toma las palabras de un sobreviviente (Horacio Santantonin), escritas por su abogado Elías Neuman en el libro "Crónica de muertes silenciadas", uno de los libros que iluminaron mi decisión de hacer algo para que ese crimen no quedara impune.



Mucho menos conocía "Toxi taxi", dedicado a su amigo muerto en el Pabellón Séptimo, Luis María Canosa.

"Olavarría" fue el segundo recital del Indio al que fui. El primero fue el de Setiembre de 2013, en el Hipódromo de San Martín, a 50 kilómetros de la Ciudad de Mendoza. Como la felicidad de tener a tu hijo/a en los brazos te hace olvidar de los dolores del parto, el hecho increíble, conmocionante e inesperado de que el Indio me nombrara (bueno, dijo Cefaroni, pero se entendió...), y hablara del libro que recién había editado, e invitara a comprarlo y leerlo para "entender las verdaderas razones de esta masacre", hizo olvidar las más largas horas de congelamiento que haya vivido o que recuerde haber vivido. En Gualeguaychú estuve en la ciudad con un sobreviviente de la Masacre para presentar el libro, pero no estuvimos en el concierto. Vivimos el clima ricotero, repartimos volantes, contamos la historia a quien se interesara, y nos fuímos.

Fui a Olavarría con una "amiga de facebook", en mi auto. Mi hijo iba con sus amigos, en otro. Compañeros y compañeras de trabajo, por su lado. Compañerxs, conocidxs, amigxs, por otros. Gente que quise, gente que quiero, en auto, micro, moto. Gente que no conozco orientándome vía tuiter o fb sobre el mejor camino para llegar (Ruta 3, llena de camiones, pero más corta. Ruta 205/51, menos camiones, pero más larga. Finalmente, optamos por esta)






Llegamos el sábado a Azul a las 4 de la tarde más o menos. Tuiteé y saqué fotos del embotellamiento. Alguien me dijo: "paciencia que te falta poco". Son unos 50 kilómetros hasta Olavarría. Tardé 3 horas, por la ruta 226. Me crucé con un auto lleno de compañeros, alegría, dedos en V, vamooo. Había felicidad, a pesar de la lluvia inquietante (con mi compañera de viaje pensábamos en el barro, en el seguro lodazal que se estaría produciendo en el campo donde se haría el recital, en la incomodidad, en no poder sentarse en el piso, etc), la marcha detenida y kilométrica, las ansias de llegar de una vez.
Primera falla organizativa: pasando Cerro Negro, a poco de arribar a Olavarría, un cartel indicaba que a 3 kilómetros estaba el "Estacionamiento oficial". Sin embargo, veíamos que la gente empezaba a estacionar en el espacio que separa una mano de la otra, sobre la misma ruta. Avanzamos un poco más, y vimos que algunos autos volvían. Preguntamos a alguien: "Es que ya no hay lugar", nos respondió. Entonces, hicimos lo que vimos que todos hacían: dejar el auto. Pensamos que caminar 3 kilómetros no era tan grave. Como a todos lados que voy, quise que me acompañara el reclamo por la libertad de Milagro Sala, y nuestro trabajo militante sobre la Masacre en el Pabellón Séptimo. 









Estacionamos, bajamos, comimos algo. Me encontré milagrosa y amorosamente, entre decenas de miles de personas, con mi hijo y sus amigos. Lo abracé fuerte, hicimos fotos, les doné lo que me quedaba de víveres, me preguntó si estaba borracha, le dije que no, le hice recomendaciones, nos separamos, empezamos a caminar.





¿Qué hizo el Pro? Una aplicación para tu celular.

Al llegar a Olavarría, los celulares dejaron de funcionar. Como no funcionan en una marcha más o menos numerosa, en la CABA. Habrá que pensar en modos de organizarse pre-celulares. A mí, que soy del siglo pasado, me gusta la idea de recuperar la puntualidad de las citas, el respeto a los horarios, los puntos de encuentro fijados de antemano. Pero quizá sea una batalla perdida, y habrá que reclamar más antenas (no sé, técnicamente, si es posible hacerlo en un caso como este, en el que llegan a una ciudad el doble de personas que las que la habitan cada día) O, mejor todavía, que vuelvan los teléfonos públicos, esa antigüedad perdida de un modo que solo se explica por la codicia empresarial. 

Entonces, lo único que había hecho la intendencia de Cambiemos, una aplicación sobre el recital llamada "Indio en Olavarría", no sirvió para nada cuando más falta hacía algún tipo de información. En vez de celulares inútiles podría haber habido carteles, volantes, personas identificadas (no policías, que no hacían falta, porque el clima era de absoluta alegría y fraternidad) que orientaran, puestos con agua fría y caliente, mapas, tachos para la basura, lugares para cargar los celulares y usar wifi, baños químicos, puestos sanitarios. ¿Recuerdan los actos del Bicentenario, o del 25 de mayo de 2015? Algo así.
El Pro y toda su gente no saben organizar nada masivo con servicios gratuitos. No sabe o no le sale o no le importa.

Entonces, Olavarría se transformó en un meadero y un basural a cielo abierto. Ya me imagino las fotos del domingo y el lunes, comentaba yo: miren lo que hacen estos bárbaros. No me imaginé que además morirían dos personas, y todxs nosotrxs seríamos llamados "sobrevivientes".

Entonces, ante la falta absoluta de orientación, la marcha fue siguiendo a los que iban para el lado donde presuntamente estaba el campo La Colmena. Pensábamos que serían los 3 kilómetros del único cartel visto, y comenzamos a caminar. 





Al llegar a una avenida, le preguntamos a un policía que ordenaba un poco el tránsito "3 para allá y después otros 3 para allá", dijo. Eran kilómetros, ya habíamos caminado más de uno. ¿Nos está cargando?, nos preguntamos. No, lamentablemente, aunque sonreía con algo de sorna.

Sacrificarse

Antes del policía, cuando consultamos a qué distancia estaba el campo a algunos de los asistentes, la respuesta era "son varios kilómetros, pero no importa"; y el tono parecía decir "si no lo gusta vaya al teatro a ver a Arjona". Cuando ya llevábamos varios kilómetros hechos, una piba se quejaba del cansancio. La madre le decía "vos sabés que esto es así, si no te gusta, no hubieras venido, no te quejes".
La idea del sacrificio aparece a menudo. En la militancia, también. Recuerdo una consigna que voceábamos en Nicaragua: "Sin una juventud dispuesta al sacrificio, no hay Revolución". Hay decenas así. No juzgo, no analizo. Solo dudo sobre el sentido y la literalidad.

Algo del sacrificio, de bancársela, del aguante. Nos bancamos cualquier cosa en la cancha, en un recital. Hay que mearse encima, o pagar 10 pesos para entrar en un baño inmundo en una casa, si sos mujer (si sos varón, meas en la calle, en las casas, en los parques, donde pinte). Hay que ir a baños inmundos en la cancha. Hay que bancarse los palazos de la policía, antes de entrar a ver a tu equipo, o al salir. Hay que caminar sin saber siquiera cuánto tenés que caminar, ni para qué lado, solo seguir la marea y hacer cosas absurdas como subir a un terraplén escarpado, o atravesar calles angostas, con autos estacionados, puestos de chori y birra a un lado y el otro, para dar vueltas y vueltas y dar a otra calle y a otra más, llena de vendedores de todo lo que se pueda vender con la imagen del Indio o con olor a comida o a alcohol, hasta llegar a otro lugar absurdo donde una fila de gente respetuosa espera poder comprar su entrada de último momento, y unos pibes venden algo que dicen que también es una entrada, sin mucha suerte.

Asfixia

Estuve a punto de morir apretujada o asfixiada varias veces, o eso creo. La primera, en diciembre de 1977, fue en Panamá. Yo estaba en casa de mis tíos, y llevé a mis primos más chicos a ver el estreno de La Guerra de las Galaxias. Casi los pierdo a ellxs, y me aplastan a mí.
La segunda, el día que ganamos el Mundial '78: yo tenía 15 años (era punible para la época, ahora que me doy cuenta), y me fui con mi hermano de 21 al Obelisco, trepada en el Roca desde Bernal. Corrí riesgos en el mismo tren, de caer a las vías, y en algún lugar de la Capital Federal, aplastada contra las rejas de una boca de Subte. Recuerdo el terror y la desesperación. No sé cómo salí de ahí.
La tercera, un día que fui a ver a River con mi hijo chico y un amigo, a la cancha de Vélez. Si River ganaba era campeón, y le ganó 3 a 0 a Ferro. En uno de los goles, nos aplastaron contra el alambrado. Quizá no fue tan grave, pero recuerdo la desesperación por Ernesto y Sebi, y el terror de que les pasara algo.
Y en decenas de marchas aprendí a irme un poco antes que el resto, o a ponerme en un costado, aunque viera o escuchara menos, para evitar la sensación horrible de la falta de aire y el no saber para dónde salir.
El sábado tuve miedo en algunos de los embudos que se hicieron en ese recorrido absurdo entre calles angostas o cuando el amontonamiento se tornaba peligroso. Pero no más que en aquellas ocasiones.
Al llegar finalmente a La Colmena, nos quedamos atrás. Había lugar de sobra. Me había llevado una lonita: si no hubiera habido barro, y sobre todo, si no hubiera hecho ese frío (otra vez, la puta madre) hostil, teníamos lugar para descansar en el piso, sentadas o recostadas.
A las 22, empezó el recital.




El reviente

Entre las cosas que no entiendo (y no porque tenga 54 años, no las entendí nunca), está la necesidad de estar al borde del desmayo por alcohol u otros consumos, para disfrutar. El amor, el sexo, la música, la literatura, la vida social, las prefiero en estado de cierta conciencia, porque la parte de inconciencia precisamente me las brindan el amor, el sexo, la música, la literatura, las carcajadas con amigxs, la militancia.
Pero me sé minoría, al menos el sábado lo era. Y, de entre todos, un grupo hacía cosas como treparse a las estructuras de metal. Cuando el Indio empezó a pedir que se corrieran de la parte de adelante, la gente que rodeaba a los que se subieron a esa especie de torre tubular, les empezó a pedir que se bajaran, quizá entendiendo que el Indio se estaba refiriendo a ellos. Aquí, otra vez, la semejanza con el fútbol. Me vuelvo loca cuando veo a 15 tipos trepados a alambrados, imagino su estado, la imposibilidad de pensar con empatía en los decenas de miles que esperan que se bajen para ver el partido. El sábado llegaron bomberos, personal de seguridad con pecheras amarillas, finalmente, después de mucho protestar, se bajaron.
Recordé una escena similar cuando Cristina se despidió de nosotrxs, el 9 de diciembre de 2015, y un grupo se subió a la Pirámide de Mayo. Me enojan, no soy complaciente en estos casos, me parece de un egoísmo descomunal. Y me pregunto: si uno de esos pibes caía y se partía la cabeza, y se moría, ¿qué responsabilidad podía achacársele al Indio, a centenares de metros de distancia, o incluso a la organización? ¿Cómo prever todas las conductas absurdas, inconcientes, limadas, de un grupo de personas? Leo quejas porque la gente entraba con botellas (yo vi solo latitas), pero creo que no hubo ninguna cabeza rota de un botellazo. Podría haberla habido, tanto adentro como afuera. ¿Y entonces? ¿Prohibimos las botellas? Puede ser, pero no podemos prohibir las estructuras tubulares donde un grupo de tarados se sube.

El recital

Seguimos caminando y llegamos a un sitio lleno de barro sin un solo cartel, pero allá, a lo lejos, se leía "Puertas 1 a 6", así que fuimos, y allí más caminata, hasta que finalmente aparecieron una especie de molinetes, (sin molinetes), y entramos (eran las 21.30 aproximadamente, la hora oficial de inicio del recital) sin que nadie revisara nada. Lo cual, por otra parte, me parece lógico: ¿Cómo y para qué revisar a decenas de miles de personas? ¿Cuál es el problema de que, después de determinada hora, se ingrese sin entrada? ¿No es lo que se hace en los segundos tiempos en los partidos de fútbol, o al menos se hacía en las buenas épocas?
Cuando finalmente entramos, nos quedamos bastante atrás. Un tipo me chocó y me quejé, me dijo que por qué no me iba a un baile de jubilados. Todos los otros que me chocaron y a los que les dije pará, cuidado, fueron más amables o menos sinceros, y se disculparon.
Hacía frío, mucho frío, hasta que por fin el Indio empezó a cantar. Yo esperaba algo: habíamos hecho contacto con él para que dijera algo sobre la baja de edad de punibilidad, y nos había hecho saber que lo haría.
El Indio cantó una, dos, tres canciones. La gente bailaba, cantábamos, nos movíamos ateridas, yo esperaba. Pero lo que vino fue el pedido enojado: llamen a Seguridad, hay gente desmayada, dejen que la saquen. En fin, lo que ya leímos mil veces. Y luego, un recital que para mí fue frío como el frío que sentía. Hasta que, en un momento, comenzó a hablar en otro tono: Primero, llamó a quienes tuvieran más o menos 40 años, a que se acercaran a Abuelas de Plaza de Mayo si tenían alguna duda de su identidad.
Y luego dijo esto:

"... Y por otro lado, pensemos bien lo que está pasando con respecto a los menores. Están buscando bajar la punibilidad de los menores a 14 años. Hay estadísticas que dicen que los asaltos o crímenes cometidos por menores de 14 años son estadísticamente ínfimos. Lo que están haciendo es una locura. Yo pido que piensen en el momento en que los diputados y senadores van a desear hacer estas cosas, porque no corresponde... Los muchachos no nacen malos. El Estado no puede ser penal antes que social. Tiene que socializar primero, y luego pensar penalmente en una criatura."

Para mí, todo el esfuerzo había valido la pena, otra vez.
Pero el recital siguió, el Indio pidiendo una y otra vez que liberaran la cabecera, que se corrieran un paso atrás, otra persona de la organización suplicando lo mismo desde el escenario. Pensamos, en un momento, que se suspendía el recital, dedujimos que no porque eso hubiera sido peor. Siguió, cantó menos que lo previsto, terminó con dos de sus canciones más convocantes, nos fuimos antes del final.

La salida

Salimos tranquilamente, solo atormentadas por el pensamiento de saber que teníamos que repetir los 7 kilómetros con el doble de cansancio y frío que al venir, y con cierto sabor amargo por el clima que se había generado con los pedidos reiterados del Indio.
Alguna foto, un chori reparador. 



Después de hacer más o menos la mitad de camino, conseguí milagrosamente señal para enviar algunos wasap. Compartí con un compañero de Argentina No Baja la alegría porque el Indio había dicho sus palabras sobre los intentos de bajar la edad de punibilidad casi con nuestras palabras.
En la respuesta estaba la preocupación sobre lo que, a esa hora, eran rumores de muertes en el recital. Mi hijo no respondía los mensajes, de ningún tipo. El hijo de mi amiga, tampoco. Al cansancio, el agotamiento, los pies rotos, y el frío, se sumaron el terror de que algo les hubiera pasado.
Seguimos caminando, pensamos hacer dedo, que alguien nos alcanzara hasta el auto. Increíblemente, el que pasó, fue el auto del compañero con el que habíamos comentado lo sucedido. Nos amontonamos, seguimos buscando con nuestros celulares y con la radio del auto alguna información. Telam: siete muertos, cinco de ellos mayores de edad, dos menores de 5 y 7 años. Siete muertos, sin nombre, dos muertos, niños pequeños. El horror.
Después de casi una hora para recorrer diez cuadras, porque filas y filas de pibes y pibas caminando hacia alguna parte, en silencio (entendí, con esas salidas, el concepto de misa...), llegamos al auto.

No se podía salir, hasta que lo hicimos de contramano. Me dormía manejando, paré en una estación de servicio. Y entonces, la noticia de que los muertos no eran 7 sino 2, y que no había niños, sino dos adultos. No sé todavía por qué murieron. Solo tengo claro que sigo sosteniendo lo que dije ayer, después de 8 horas de manejar, cuando llegué finalmente a casa: no crean todo lo que dice la tele. Chequeen. Esperen antes de hacer imputaciones y pedir cárcel o destituciones.
Yo quiero que el inútil de intendente de Olavarría se vaya del cargo gracias a los votos con que lo derrotemos. No estuve de acuerdo con el juicio político a Ibarra luego de Cromañón, no lo estaré si se impulsa el juicio político a Galli, en las antípodas de mi pensamiento y de todo lo que quiero en la vida y en política.

Sobre las consecuencias

Cuando hablamos de la selectividad del sistema penal, podríamos dar como ejemplo la enorme cantidad de contravenciones que sucedieron el sábado y domingo (orinar en la vía pública, hacer choris en cualquier lado, transformar una ruta en un estacionamiento, circular en contramano, falsificar entradas, cobrar en negro miles de cosas, vender alcohol y tomarlo en la calle, tirar basura por doquier, etc.)
Mientras veía todo eso suceder, sabía que a nadie se le ocurriría ponerse a labrar infracciones.
Ahora, a caballo de lo que los medios instalan como "Tragedia", acabo de ver a un señor, supongo que es un fiscal, diciendo que van a investigar "todos los delitos" que se cometieron. Son los momentos en que odio más fuertemente que lo habitual al sistema penal y sus caranchismos.
Después, cuando veo el modo en que lo que sucedió se presenta en algunos medios de comunicación, el odio se reparte en partes iguales.

Lo bello, lo bueno

Hice un viaje ida y vuelta con una compañera a la que no había visto en mi vida, solo a través de fb y de amigxs comunes. Nos reímos, fuimos solidarias, nos contamos vida y obra, hablamos de nuestros amores filiales y de los otros.
Me encontré amorosamente con mi hijo y sus amigos.
Al volver de Olavarría, nos recibió en su casa de Cachari otra "amiga de fb" que se hizo amiga de la vida: Alba nos preparó camas para dormir un rato, nos pudimos bañar, comimos rico, nos recuperamos con termos de mate.




Los celulares no anduvieron la mayor parte del tiempo, pero el corazón sí, y apenas hubo señal preguntamos y preguntaron por nosotras, y nosotras por cada persona querida que andaba por Olavarría. ¿Estás bien? ¿Pudiste salir? ¿Llegaste?, fueron las preguntas que iban y venían.
Vimos gente que ayudaba a otra gente a levantarse del piso, a llegar al lugar correcto. Vimos pibes haciendo un círculo para que una piba pudiera hacer pis en medio del campo. Vimos gente en la puerta de sus casas, orientándonos para poder llegar a destino. Vimos gente emocionada, feliz, conmovida, saltando, cantando.
No sé qué pasará ahora. Temo que nada bueno. Yo creo que le caen al Indio por lo mejor que es, no por todo lo que no funcionó en la organización de este recital, no por las puertas que no alcanzaron, ni siquiera por las dos muertes, que no creo le sean imputables ni siquiera en la mente carancha más afiebrada.
No usé, deliberadamente, ninguna frase de sus temas. Pero para terminar, sí, quiero usar una que repite una amiga y compañera que también estuvo en Olavarría: simple y claramente: si no hay amor, que no haya nada.




Claudia Cesaroni
13 de marzo de 2017








13 comentarios:

  1. Me hiciste llorar Cesaroni.Sos todo lo que está bien!
    Si no hay amor, que no haya nada...❤

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  2. Gracias por tu relato.por la claridad y por dar aire a tanto bombardeo mediatico

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  3. Gracias por tu excelente narración de los hechos. Hace falta entre tanto pescado podrido.

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  4. Te "conocí" gracias al Indio, cuando te nombro en uno de los recitales, fue ahi que compré tu libro. Compartimos la misma ideología política y te busque y me hice seguidora tuya en facebook. En esa parte en que decis que no entendes y no es porque tengas 54 años... quedate tranquila que yo tengo 29 y tampoco lo puedo entender,comparto cada palabra y doy fé de que todo lo que decis es cierto. Me encantaria saber y conocer más sobre tu militancia y tu trabajo. Es necesario aprender de personas como vos.
    Gracias por tu crónica.

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  5. Ayyyy Claudia..Estuve en Olavarria..Y con tu relato parece que hubiera caminado con vos... Salvo que no me encontré con mi hija porque iba conmigo en su primer misa...Muy emocionante...Se me cayeron las lágrimas..Y conocí tu nombre porque el indio habló de vos y tu libro en Mendoza..Y en las páginas ricoteras lo recomendaba nos... Abrazo redondo!!!! Compañera vamos a volver pospuesto!!!!

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  6. Gran y fiel crónica, compañera. Un abrazo fraternal. L.Balhas

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  7. "Vimos gente que ayudaba a otra gente a levantarse del piso, a llegar al lugar correcto. Vimos pibes haciendo un círculo para que una piba pudiera hacer pis en medio del campo. Vimos gente en la puerta de sus casas, orientándonos para poder llegar a destino. Vimos gente emocionada, feliz, conmovida, saltando, cantando.

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  8. Muy buena crónica Claudia.
    Comparto la mayoría de tus apreciaciones sobre el sábado.

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  9. Dejando de lado toda la parte mediática, que bien sucia esta, y después saber lo que ocurrió, leo en esta crónica varias cosas que me llaman la atención:

    "¿qué responsabilidad podía achacársele al Indio, a centenares de metros de distancia, o incluso a la organización? ¿Cómo prever todas las conductas absurdas, inconcientes, limadas, de un grupo de personas?"

    "¿Cómo y para qué revisar a decenas de miles de personas? ¿Cuál es el problema de que, después de determinada hora, se ingrese sin entrada? ¿No es lo que se hace en los segundos tiempos en los partidos de fútbol, o al menos se hacía en las buenas épocas?"

    Y como consecuencia me surgen las siguientes preguntas:

    - ¿Se podría haber hecho algo por parte del estado para evitar que sucediera lo que finalmente sucedió?
    - ¿Se podría haber hecho algo por de la productora (quien es la productora y quien contrata a la productora?) para evitar que sucediera lo que finalmente sucedió?
    - ¿Por que tenemos que bancarnos lo que sea para disfrutar de nuestro artista favorito?
    - ¿Por que el Indio (persona sabia e inteligente si las hay) no tiene ninguna responsabilidad, si era consciente de su publico y de lo que este podría llegar a hacer?
    - ¿Por que en otros países se realizan eventos mas masivos que este y con mayor frecuencia sin tener muertos ni episodios como los acontecidos?
    - ¿Existe alguna similitud entre "el Indio en Olavarria" y "Time Warp"?

    Saludos y buena semana

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    1. En eventos masivos en todo el mundo suceden cosas como las de este recital y peores. Solo que no estan todos los medios para darle manija tres dias. Saludos

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