domingo, 8 de enero de 2017

UNA VISITA AL URUGUAY EN 2014 EN EL MARCO DE LA CAMPAÑA #NOALABAJA

Visita a Montevideo (Uruguay)
30 de setiembre al 2 de octubre de 2014

Fui invitada a Uruguay en representación del Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos (CEPOC) por organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes, en particular IELSUR y SERPAJ.

En Uruguay se decide el próximo 26 de octubre, junto con la elección presidencial, si se realiza una reforma constitucional mediante la cual se bajaría la edad máxima del régimen penal juvenil, que hoy está establecido entre los 13 y los 18 años, hasta los 16. La propuesta de Pedro Bordaberry, candidato por el Partido Colorado, apoyada por sectores del Partido Blanco y por la derecha mediática, es modificar la Constitución Nacional, e incorporar modificaciones sustanciales en ese régimen especial, haciendo que termine a los 16 años, y que a partir de esa edad se trate a los adolescentes como adultos, o sea:

  • los juzguen jueces de adultos
  • se les apliquen las mismas penas que a los adultos
  • sus antecedentes no se borren nunca, lo que es peor que el trato a los adultos, cuyos antecedentes se borran a los 10 años.
  • se agrave la pena por utilización de menores de edad
  • se establezca el criterio del “discernimiento”.


Las primeras explicaciones acerca del régimen penal juvenil uruguayo las recibí de parte de los compañeros Luis Pedernera y Juan Fumeiro, de IELSUR. Así, me describieron a la Colonia Berro, un amplio predio donde se encuentran la mayoría de las instituciones de encierro donde van a parar los adolescentes que cometen algún delito en Uruguay. El problema aquí no es el largo tiempo que pasan procesados, porque ese lapso no puede extenderse más de 90 días (era de 60, pero en 2011 se extendió a 90), conforme el Código de la Niñez y la Adolescencia, uno de esos códigos “respetuosos de los tratados y las convenciones” en la letra, y profundamente violatorios de la dignidad humana en su aplicación concreta.1

Dentro de la Colonia Berro, ubicada en Canelones, a unos 30 kilómetros de la Montevideo, está el Ser, donde van los adolescentes de 16 a 18 años; el Ituzaingó, un espacio que luce distinto, luminoso, con adolescentes más o menos libres, caminando entre talleres y paredes coloridas. Allí, me cuentan, quienes “aprietan” a los jóvenes son los mismos jóvenes. Es decir: un espacio donde el disciplinamiento se produce a través de la violencia real o simbólica, ejercida por los compañeros de detención, en vez de la autoridad, que delega sus funciones. A estos jóvenes, se los llama “los calefones”, porque viven en un espacio donde originariamente había calderas.

Las niñas y adolescentes presas son unas 40, y de ellas 4 son madres.

Las instituciones están bajo la órbita del Sistema de Responsabilidad Penal del Adolescente (SIRPA).

30-9-14:
Entrevista con Alejandro Santa Ágata, integrante del Mecanismo Nacional de Prevención de la Institución Nacional de Derechos Humanos

  • La estructura de los centros es antigua y añosa. No fueron diseñados para la privación de libertad.
  • El tratamiento es ejecutado por personal no capacitado para trabajar con adolescentes.
  • No se “re” nada (ni reeduca, ni resocializa, ni reinserta...), más bien se reafirman las cosas con las que ya llegan los/as adolescentes.
  • En el SER se nota que hay dos “bandos” de funcionarios. Un grupo intenta adecuar sus prácticas a las nuevas políticas, mientras que la anterior dirección realiza acciones de sabotaje contra funcionarios y contra adolescentes. Por ejemplo: a un gurí le apareció un cuchillo en la reja, y la requisa lo devolvió al pabellón.
  • En SER los docentes dan clases con los custodios dentro del aula. Los adolescentes circulan con grilletes y esposas. El personal le tiene “miedo” a los adolescentes: “se sienten impunes”.
  • CIAF: Centro de mujeres (desde los 13 años). Problemas edilicios. Las chicas están peor que los muchachos. No tienen televisión, tienen más encierro, les leían las cartas. Sobre esto se hizo una denuncia, se supone que ya no sucede. La psicóloga del centro estaba “encantada” con leerles las cartas a las chicas. Se les preguntó por qué leían las cartas: “porque un pibe entró a 'rescatar' a la novia y lo habían armado por carta...”
  • Se ha denunciado que a las adolescentes las atan con grilletes a las camas. Les aplican “chaleco químico”. Relato de una niña “mula”, de 13 años, dopada para ver a su mamá. La directora del CIAF es Técnica en Floricultura. La violencia está naturalizada.
  • Una niña de 13 años que no terminó la primaria está presa por “rapiña”. Es de Paysandú, tiene por lo menos un año de pena. No están separadas por franja etarea, sí en el caso de los varones. Tampoco entre procesadas y condenadas.
  • En el CIAF los “calabozos” están habilitados. Tienen 2 m x 1 m, pueden estar sancionadas hasta 20 días (en el mundo adulto el máximo son 10 días)
  • Desafío: niños de 13 a 15 años.
  • Ariel: se cae a pedazos.
  • La utilización del teléfono difiere según los centros, en general son dos llamadas por semana de 3 minutos cada una. Les cortan cuando están hablando: “se cortó la llamada!”.
  • Programa “Uruguay crece contigo”, van a trabajar con mujeres embarazadas o con hijos en el CIAF.
  • Les hacen tener las entrevistas con los custodios presentes, en el salón de visita.
  • La palabra clave es “seguridad”.
  • CIT: Centro de Ingreso Transitorio. Son 2 celdas. El director está denunciado por golpeador. Los custodios intervienen en el aula. En 2013 juraron la bandera a través de las mirillas de las puertas de las celdas.
  • Los 3 espacios de mayor vulnerabilidad son: el CIAF, Desafío y SER.
  • En el CePriLi (Centro de Privación de Libertad), en dos corredores de 5 celdas cada una, con capacidad para 20, había 44. Los chicos preferían estar ahí en vez de en el SER, “porque acá no nos pegan”.
  • El personal trabaja 12 x 60 horas. No tienen capacitación alguna. Se autodenominan “educadores”, pero son solo custodios. Se les valora especialmente su preparación en defensa personal.

1-10-14
Entrevista con Sandra Giménez, abogada de adolescentes.

Cada vez que un adolescente denuncia maltrato, es sancionado/represaliado.
Las denuncias llegan al SIRPA, al área jurídica, son desestimadas.
La jueza que debería investigar las torturas en la Colonia Berro no aplica le ley vigente (18.026) y dilata los procesos. No se cree en la palabra de los adolescentes.

Actividad pública:





1-10-14
Entrevista con autoridades de INAU
Titular: Javier Salsamendi

Total de adolescentes de 13 a 18 privados/as de libertad: 622 (en esa franja etarea hay aproximadamente 230000 uruguayos/as, lo que da una tasa de 270 cada 100000)
En medidas no privativas de la libertad: poco más de 500.
EN 2010 había 350 adolescentes privados/as de libertad. “Uruguay es un país viejo y le tiene miedo a sus niños y adolescentes”, sostuvo uno de los funcionarios. A partir de las últimas reformas, la pena de prisión es de un año como mínimo. Se presenta como un éxito de la gestión las “fugas cero”, y la construcción de nuevos espacios de privación de libertad, sin destruir los viejos. Comentan que han firmado convenios varios con universidades de Lovaina, Minesotta, Chile y Brasil.
Van a formar al personal del mismo modo que a los penitenciarios.
2-10-14
Recorrida por instituciones de encierro

(En las celdas) están pensadas, calculadas, medidas y creadas la oscuridad, la sed, las corrientes de aire helado en invierno, el calor sofocante en verano, la mugre insoslayable, la opresión de los muros, la soledad, el profundo silencio, los ruidos impactantes de las trancas metálicas, las dobles rejas, la caída de los pisos sutilmente nivelados para joderte. Flor de trabajo científico con un solo objeto: hacer daño. Hay Mengeles de la arquitectura, y lo peor es que tal vez ni siquiera se les ocurre pensar que lo son. Porque uno se los imagina en su cálido estudio moqueteado, contentos porque ganaron el concurso o la licitación, resolviendo, con la conciencia muy tranquila, cómo romperle el alma a la gente mediante la arquitectura. Son violadores de los derechos humanos en abstracto. Al barrer. Genéricamente. Caiga quien caiga. Le toque a quien le toque. (...) Hay miles de cárceles en el mundo: todas tienen calabozos concebidos para destruir al individuo. Son su obra.” (Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, Memorias del calabozo, Tomo I, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, s/f, pág. 191, citado en Cesaroni, Claudia “El dolor como política de tratamiento. El caso de los jóvenes adultos presos en cárceles federales”, Fabián Di Plácido, 2009).

Viajamos en una combi y un auto a la Colonia Berro, ubicada en Canelones. El viaje demora aproximadamente una hora, y el ingreso es por un camino de tierra. Es un lugar de difícil acceso, como lo son la mayoría de las cárceles. Un predio amplio, en el medio del campo, donde son enviados niños y adolescentes de todo el país, de 15 a 18 años.





Comenzamos por el centro “Ariel”:







Recorrimos las celdas, hablamos con los adolescentes. Las quejas de siempre: el encierro, la mala comida, el destrato:






Luego pasamos a la “Granja”, donde encontramos celdas de castigo hermética, eufemísticamente denominadas por la directora “Celdas de resolución de conflictos”:




Las celdas comunes no difieren demasiado:





Camino a la Granja, vimos una “carpintería”:




Luego fuimos a “El puente”, donde nos encontramos un adolescente desesperado porque su mujer estaba por parir y solo lo dejaban hablar dos veces por semana, 3 minutos por vez.

Al salir, vimos varios jóvenes conducidos con grilletes y esposas hacia el hospital de la Colonia. Ingresamos, y los encontramos en el sillón del dentista:




La decisión de atender adolescentes esposados y engrillados, y de no dejarlos pasar al baño, todo ello basado en razones “de seguridad”, se construye entre “educadores” (custodios) y personal de salud:





Luego fuimos a la Colonia Ser. Las denuncias: encierro, golpes, requisas violentas con la policía, diferencias entre funcionarios.






En un salón, la presencia de las madres ausentes:








Salimos de la Colonia Berro, hacia el CIAF, Centro de Internación para Adolescentes Femeninas. La directora, experta en floricultura.




Las chicas, de 13 a 18 años, duermen en habitaciones pequeñas, sin un solo espacio más allá de las camas, donde guardar sus cosas:




Guardan sus libros sobre las ventanas:




Letrinas:




Hablamos con dos chicas. Una contó que le dan una pastilla para la “estabilización del ánimo”, otra para “la angustia”, otra “para dormir”. Antes le daban más, pero su mamá habló y se quejó, porque cuando la venía a visitar la nena (15 años) se le dormía en la visita, y logró que le bajen la dosis.

La otra chica solo cuenta los días para irse de allí:






Del otro lado del CIAF está el Centro de Derivación:




Y, por último, al Centro Desafío, donde viven niños de 13 a 15 años:




La conclusión luego de escuchar a militantes de derechos humanos, abogados/as, funcionarios públicos, pero sobre todo, luego de recorrer esos espacios y mirar y escuchar a niños, niñas y adolescentes, es que la discusión no debería ser “bajar” la edad de imputabilidad, sino subirla, y sacar del encierro en esos espacios horribles a cada vez más niños y niñas. Porque no sirve para nada, y porque solo provoca daño y dolor.

Claudia Cesaroni
Buenos Aires, 7 de octubre de 2014

1http://www.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=17823&Anchor= Letra muerta, según se verifica después de recorrer durante un día sucesivos establecimientos donde están encerrados niños, niñas y adolescentes.   

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