La Biblioteca Moreno ha sido una de mis casas en el mundo. Trabajé allí casi un año, en 1980, hice cursos de Cine, vi películas prohibidas con mis amigas y amigos, me enamoré y lloré desamores, y muchos años después, he ido varias veces a Ahijuna! la radio que allí funciona.
Así que ese era un hermoso lugar para presentar mi nuevo libro, que habla de aquellos años de dictadura y de ese espacio que nos refugió y donde crecimos juntos. Se lo pedí a Julia Merediz, ex compañera de la escuela secundaria de la UNQui donde trabajé hasta jubilarme, que ahora está al frente de la institución, y en seguida dijo que sí.
El día fue el jueves 5 de diciembre.
Un día antes había salido una muy linda nota en Clarín:
https://www.clarin.com/opinion/memorias-generacion-perdida_0_3eLlK2YiG6.html
Como suele suceder, antes de la hora alguna gente que había prometido estar me avisaba que por diversos motivos no iba a poder llegar. Cuando surcaba la autopista, comenzó a llover. Chau, me dije, ahora sí que no viene nadie.
Justo ese día había visto un posteo de un escritor español que contaba que a su presentación en la Sala de Lectura de una biblioteca de Jerez no había ido ni una persona, no sé si fue verdad o una estrategia de marketing, porque después que lo contó le llovieron compras de su libro y notas periodísticas, pero temí que me pasara lo mismo!
Me reía conmigo misma: en la mesa había invitado a gente querida que fue parte de la historia que cuento en el libro, así que por lo menos ellas y ellos, un total de seis, iban a estar: Alejandra Yelicie, Gabriela Guerrero, Laura Huertas, Diana Parker, Gustavo Echegoyen y Pablo Pereda. Cuando llegué y subí a la Sala de Lectura, la primera emoción: estaba igual que hace casi 45 años!!! Hasta los ficheros hermosos de aquella época, las lucarnas que iluminan el espacio con luz natural, las sillas... y Pablo que ya estaba allí, puntual.
Finalmente, el lugar se llenó, llegó un montón de gente querida, tuvieron que agregar sillas, y todo transcurrió con una mezcla de emoción, risas y recuerdos compartidos. Hubo abrazos, hubo "¿te acordás de mí, yo soy...?, me compraron algunos libros, firmé como toda autora que se precie, y hasta me trajeron regalitos!
Pero, primero, la mesa: fuimos armando un recorrido cronológico, desde 1973 hasta 1983, del mismo modo que avanza el libro. Nos paramos en algunos momentos específicos: el golpe en Chile, la incorporación a la militancia, el ingreso al Normal, los cambios que trajo la dictadura, los campamentos, las pequeñas y grandes luchas, los miedos, la Biblioteca, la revista Etcétera, Malvinas, las elecciones. El tiempo, casi dos horas, se hizo corto, al menos para mí. Y terminamos con dos momentos que para mí fueron muy conmovedores: Horacio Liñan vino a cantar su "Canción para Héctor", dedicada a Héctor Alberto Pérez, nuestro compañero de la Fede secuestrado y desaparecido en noviembre de 1976:
Y, cuando ya estábamos sacando las fotos finales, me avisaron: "¡Está Marcelo Pardo!". Mi querido "celador" de 2do. 4ta. Ese primer cuatrimestre de 1976 yo la pasé mal: mi familia se estaba desintegrando lenta pero inexorablemente, y quizá algo del horror circundante también, hacían que me la pasara llorando y con dolor de panza en las primeras horas de la escuela. Y Marcelo me cuidó. Eso está contado en el libro, y se lo pude agradecer tantos años después, como adulta, en un abrazo desde el alma.
Finalmente, cuando todo terminó, y como corresponde, nos fuimos a comer algo rico con Gaby, Susana y Lali, a un sitio que también me trae nostalgias porque ahora es un bar, pero cuando yo empecé a circular sola por el centro de Bernal, era la Biblioteca Manuel Estrada.
Aquí, más fotos de esa tarde noche hermosa. Sé que la disfrutamos todes quienes estuvimos allí, ojalá las fotos transmitan esa alegría y emoción!
Pero que blog de mierda por favor
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