viernes, 12 de julio de 2024

UN VIAJE, DOS PAÍSES, DÍA 11: ROMA, EL ESTADIO OLÍMPICO Y MUSSOLINI



 Nos quedaban dos días en Roma. Yo ya había cumplido todos mis deseos. Habíamos pensado ir a Florencia, y JP quería visitar el Estadio Olímpico. El día anterior perdí mi tarjeta para viajar, esa maravilla que habíamos comprado apenas llegados a Roma y que nos servía para viajar cuántas veces quisiéramos en colectivos y subtes y trenes, durante una semana. JP opinaba que podía zafar, total faltaban solo dos días hasta irnos, y jamás habíamos visto a inspectores que subieran a los colectivos. Yo dudé, Graciela me había contado que cuando ella estuvo en Roma con Rachel tuvieron que pagar 100 euros de multa por no tener boleto. Me moría si me pasaba eso. Dudaba. Fuimos a Roma Termini -yo sin tarjeta, imaginando todas las posibilidades para zafar si justo subía un inspector- No pasó nada, solo que cuando miramos el valor de los pasajes a Florencia, el tiempo que se tardaba, etc., decidimos suspender el viaje. Y yo decidí comprarme, con dolor en el alma, una tarjeta por dos días, a doce euros, que me alcanzaría justo hasta el jueves a la mañana, para tomar el último bus que nos traería otra vez a Termini a tomar el tren hasta Nápoli. 

Suspendido Florencia, decidimos ir al Estadio Olímpico. Chupamos un rato de wifi, averiguamos qué colectivo tomar, y allá fuimos. 

Cuando llegamos, era cómo si hubiéramos retrocedido cien años atrás, en pleno ascenso de Mussolini: un obelisco, y frisos a lo largo de un puente, en el piso, en murales, hasta entrar en el Estadio. Me resultaba increíble ver eso. Pregunté a un empleado, nos dijo que todo eso había sido construido por Mussolini.


https://es.wikipedia.org/wiki/Foro_Italico

Efectivamente, es una obra mussoliniana. Lo que me resultó increíble es que permanezca indemne, que no haya sido tirada abajo, ni que tenga un rayón!

La cosa es que almorzamos ahí, en el Estadio Olímpico, paseamos un rato, nos regalaron unos quesitos gruyere que nos vinieron muy bien, y después nos fuimos a la hermosa Vila Borguese, a tomar un poco de aire fresco y caminar entre árboles y flores. Más tarde comimos en un negocio precioso, JP una pizza, yo una tarta de espinaca y ricota, y finalmente volvimos al barrio. JP quería ir hasta el final del recorrido del colectivo 66, a la viale Carlos Marx, así lo hicimos y después de esperar un largo rato en un barrio hasta encontrar un colectivo de vuelta, cuando ya estaba al borde de la desesperación, logramos subirnos a un cole y volver! 








Viale Marx, final del recorrido.

Una esquina dialéctica

El recorrido del 66

Un cruce sociológico

Lo que sobra lo llevamos a casa.


Mmm


Un negocio delicioso







Villa Borguese





Un descanso en el zoo







Las gradas de la pista de atletismo







Mussolinismo explícito










Mussolini!


PD: ese largo día, cuando volvíamos para casa y fuimos a tomar nuestro 66 a Estación Termini, pasó lo que nunca había pasado: subió una tromba de inspectores justo cuando nuestro colectivo estaba llegando, uno por adelante, otro por el medio, la tercera por detrás. Se me heló el corazón: menos mal que había tomado la decisión de comprar una tarjeta por esos dos días, porque sino podría ser ese señor que intentaba dar explicaciones a los inspectores, que pedía sacar el boleto en ese momento, frente a la negativa implacable de los burócratas: no. Multa de 100 euros. Si la pagaba en 72 horas, decía un cartel, de 100 bajaba a 60 o 70. Zafé. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario