En junio de 2023, caminando al sol por una calle de Trevelin, donde pasamos una semana de vacaciones rodeados del cariño de nuestra amiga Rada, pensamos un viaje posible a Europa. El décimo para mí, el primero para JP. Comenzamos a concretarlo meses después, pagando de a poco el pasaje. Todo, antes de siquiera imaginar que Javier Milei podría ser presidente.
El viaje se concretó entre el 1 y el 23 de junio de este año.
Llegamos el domingo 2 de junio a Barcelona, previo ingreso al espacio Schengen en Madrid. No hubo problemas para entrar, solo a mí me preguntaron por cuánto tiempo, para hacer qué, y ya. Al fin, en El Prat, el aeropuerto catalán, nos estaban esperando, como tantas otras veces, Graciela (salvo una en que caí de sorpresa) y Roque (salvo esa, y la primera vez, que aun no lo conocía).
Ese primer día fue de regalitos, de mate, de recorrer el barrio, de conocer el bar Beckett, de ver a Barcelona desde la altura, de pasear por el Barrio Gótico, donde nos cruzamos con una procesión, y con el primer Diego de tantos que veríamos en el viaje.
Graciela, junto con Rachel, vive cerca del mar, y también lo recorrimos ese primer día.
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