martes, 30 de julio de 2013

SOBRE LO QUE ES SER VIGILANTE

Hijo levemente enfermo, madre utiliza su mañana para circular por el barrio, hacer trámites y compras varias. El recorrido se realiza afortunadamente en no más de tres cuadras a la redonda, e incluye mercería para retirar ropa remendada (42 pesos); correo para enviar el acta con las notas corregidas a una Universidad del "interior" (51 pesos la carta certificada más un peso de sobre, igual 52); pollería para comprar dos pechugas y un tarro de miel (45,40); farmacia para comprar el remedio, y de paso uvasales, curitas y toallitas Espadol (130); negocio naturista para comprar ensalada, compota y pan integral (49);  kiosko de diaros para comprar el Olé (4,75) y panadería para el pan (5, 90) Además de pensar, siempre, que me cuesto cara cada vez que salgo por ahí, el episodio que quiero contar sucedió en la farmacia (la Farmacity de Corrientes casi Angel Gallardo). En la zona donde se vende con receta, al fondo, hay dos expendedores con números: uno con obra social, uno sin. Hay mucha gente esperando, incluyendo una mujer joven con un niñito de un año y poquito. El nene se entretuvo un rato con una botella de sprite y una pajita: la mamá intentó que tomara, pero el nene soplaba, y así. La mamá era muy cariñosa y paciente. El nene, como todo nene de año y pico, quería circular, tocar, tirar, etc. La mamá, entonces, lo hizo a upa. Al rato, se acercó a la mujer que atendía a los "sin obra social", que le respondió que, como tenía carné, que esperara a que la atendieran en el otro sector. Y agregó: "A ver si alguien la atiende, que este nene está INCORDIOSO". El término me molestó, pero no dije nada. La mamá sonrió, más paciente que yo, y se acercó con su hijo al otro mostrador, donde la atendieron salteándose unos números (pero ya había esperado unos 15 minutos, y solo la atendieron cuando ella se sintió habilitada a acercarse con su hijo porque la empleada que lo había llamado incordioso, así se lo dijo). La atienden (la empleada que lo había llamado incordioso volvió a hacer un comentario acerca de lo molesto del niño, mientras tanto), y al final, le dicen: "Con esto andá a la caja, aunque no tenés que pagar nada". Pasar por la caja, aunque no tengas que pagar, solo se explica porque los remedios te los dan en unas bolsas cerradas con cierre y precinto de seguridad, así que no te podés ir sin pasar por el lugar donde te sacan ese precinto, que es la caja. Yo esperé mi turno (pasaron dos personas), tardé unos 15 minutos más. Cuando me dirijo a la caja a pagar, veo a la muchacha, todavía con su bebé a upa, esperando que la cajera le saque las esposas a la bolsita con su remedio. Siguiendo el ejemplo de mi amiga Verónica y su lucha denodada por el respeto a madres presentes y futuras, le hago señas a un tipo con traje de "seguridad" que estaba parado ahí, cerca de las cajas y de las puertas de entrada. El tipo se acerca. Le digo: "¿Usted no tendría que hacer pasar a embarazadas y personas con bebés, como esta señora que está ahí?" Y el infeliz me responde: "Lo que pasa es que muchas veces entran con los chicos caminando y después se los ponen a upa para pasar antes". ¿Qué me dijo?" Le pregunté, porque preferí pensar que había escuchado mal. El infeliz me lo repite, y agrega: "Y me ha pasado de que la gente se queja..." Y se volvió a su triste puesto de vigilante. Cuando llego a la caja, le digo a la muchacha que me atiende: "Disculpame, ustedes no saben que a las personas con bebés las tienen que hacer pasar antes?" "Sí, pero no vi a nadie, nos tiene que avisar el de seguridad", me dice. Le respondo: "Se lo dije, pero me contestó xxxxx, una respuesta bien de milico". "Y, sí", me responde.
Fin de la anécdota. Me acordé de los penitenciarios que meten los dedos en las vaginas de las mujeres, o en los pañales de sus hijos "porque son capaces de meterle cocaína a sus hijos", etc.
Y pensé también que hay mucha gente que, con una sonrisa falsa, dice cosas horribles de los niños que tiene a mano, porque le molesta que no sean maniquíes inmóviles.
Eso nomás.
Fin del cuento.